Mensaje, 25 de marzo de 2012


¡Queridos hijos! También hoy con alegría deseo darles mi bendición maternal e invitarlos a la oración. Que la oración se convierta en necesidad para ustedes, para que cada día crezcan más en santidad. Trabajen más en su conversión, porque están lejos hijitos. Gracias por haber respondido a mi llamado.
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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